a los que orbitan

un proyecto en forma de libro... una selección de textos agrupados... e ilustrados...
el desorden de un blog... las órbitas paralelas...
a los que orbitan...

cita

imagen de silvia

"Todos los días te quedas aislado del mundo durante horas, habitando lo que has dado por denominar una burbuja sin aire, aunque debe haberlo porque estás respirando, pero es aire muerto, aire quieto durante siglos, y en ese ambiente sofocante muchas veces te sientes soñoliento, narcotizado hasta el letargo, y tratas de que no te venza el deseo de echarte a dormir en el suelo."
Invisible (2009) | Paul Auster

bípedos

trayecto
El niño Adrián piensa menudo rollo yo quiero ir a la piscina. Su madre al volante le repite que te pongas el cinturón o esta tarde no hay ordenador. Accede a regañadientes sacándole la lengua al aire ardiente de la siesta. Piensa quiero ser mayor. Piensa quiero tener catorce años como en el tuenti y no nueve. Cuando recojamos a mi amigo del tren vamos a casa y chateas con tus amigos del campamento, ¿vale? Se vuelve hacia él en un semáforo, adelanta una mano para buscarle las cosquillas perdidas. Vale mamá. Yo no tengo cosquillas mamá. Hola Adrián dice el amigo barbudo de mamá al sentarse a su lado. Ya no te acuerdas de mí con lo que te reías de chico. Te hacía así. Y sintió bajo los brazos cómo la electricidad única de aquellos dedos le hacía explotar, nueva, la risa primitiva de las cosquillas.
(microrrelato en 149 palabras)

primera vez
A la mañana siguiente se despertó temprano. Se miraba el cuerpo medio dormido cercano a la taza de café, esperando el despertar tranquilo de los domingos. Se acariciaba despacio las extremidades, tratando de encontrar alguna diferencia en los músculos, en la piel, diciéndose no es posible que no hayan quedado marcas de anoche. Como si el primer orgasmo infinito se hubiese emparedado en la habitación, ayudado por los brazos largos y amables que hicieron de chófer a su cuerpo achispado. Abrió las piernas y buscó entre ellas algún símbolo de realidad, restos del viaje, un mapa de la ruta recorrida, cualquier rastro con tal de asegurarse de que no lo había soñado. La incredulidad pastosa de su cuerpo adormilado fue sustituida por la impresión ante el espejo: observó cómo las arrugas de la almohada le habían tatuado en la frente una palabra inversa de cuatro letras.
(microrrelato en 148 palabras)

memoria
Con su chaqueta a cuadros de domingo sin misa Paquito regresa a casa con el periódico y el pan bajo el brazo derecho, siguiendo exactamente la misma ruta dominical de cada mes de cada año desde que era niño. Regresa lento a la casa donde nació, donde se casó, donde crió a sus hijos y donde murió su esposa. Arrastra un poco los pies al caminar para contarle al suelo que ya está muy viejo y muy cansado. Se detiene ante las escaleras que comunican con su casa para tomar aire y fuerzas y ánimo, pero las piernas se le quedan pegadas a la acera. Ha perdido, no sabe cuándo ni dónde, la memoria antigua necesaria que hace que su cuerpo sepa subir unas escaleras. Paquito se queda entonces muy quieto. Comienza a brotarle una lágrima al divisar, como un bulto, al vecino taxista aproximándose.
(microrrelato en 146 palabras)

bípedos

- ¡No soy un adorno para lucir en tus fiestas!
- ¿Ah, no? Como brillabas tanto...

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imagen de silvia

La ventana pantalla cinemática
reproduce su película inmortal
en los espejos.

La cinta se fragmenta a cada paso
y se barajan los episodios.
Los actores son siempre distintos.

Tú y yo actores anónimos
un día pasaremos ante el objetivo.
La calle llena el cuarto.

Los espejos acuarios
fluyen sus aguas turbias.

Encenderemos las baterias.
El cuarto se va por los espejos.

A toda luz mis palabras-reflectores
proyectan un film sentimental.

Poema escrito entre 1917-1936 por Lucía Sánchez Saornil

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imagen de silvia en casa de iván | imagen de iván

"Pero la luna emergió de las ramas negras y angulares, una luna redonda y llena, una viva confirmación de la victoria, y cuando Luzhin finalmente abandonó el balcón y volvió a su habitación, en el suelo se había formado un enorme cuadro de luz lunar, y en esa luz destacaba su propia sombra".
La Defensa (1930) | Vladimir Nabokov

bípedos

imagen de mc g mahedero

dos niñinas
se agarran de la manina y salen juntinas a caminar. No les han dejado festejar el domingo así que reciben el lunes como un regalino. Se visten, se arreglan la ropina, se peinan ya solas. Se lo gritan a todos: “¡Nos vamos a caminar!” y chasquean al salir los talones de sus zapatinos rojos de domingo en lunes. Una, dos, tres, cuatro veces.
Les brillan los ojinos cuando se miran una niñina a otra niñina, dueñas absolutas de su propio caminar de lunes atemporal. Saludan a algunos, que permanecen en su lugar y miran hacia otro lado, o hacia abajo, a sus quehaceres cotidianos que los atrapan. Hay quienes se unen a su camino, y las acompañan durante un trecho, algunas calles, manzanas, y hasta barrios enteros. Conversan. Comparten. Callan en los cruces de los semáforos.
Las niñinas desfilan las aceras con la libertad del viento, atravesando el aire que las compone, que las suma la una a la otra, siendo dos niñinas viento que avanzan, felices por el mero hecho de saberse avanzar.
Salen poco a poco de los límites inconcretos de la ciudad y se adentran en el laberinto de huertas que precede al aeropuerto. Se sientan a descansar en una piedra una niñina frente a otra niñina y juegan a cocacolaesasí bajo los aviones que aterrizan.
Luego, antes, o entonces, dentro de unos años atrás o adelante: un juzgado de papel, un restaurante ensayado, una celebración ibérica y una casa en las alturas que se repliega sobre sí misma, todo revelado como en una tira de negativos del mismo carrete. Saben que el presente sólo permite ser continuo, que existen conjugaciones verbales que jamás utilizarán porque son de libro, y sucede que la gramática de libro no importa allí en las huertas. Todo aquello lo saben y lo sentencian cuando chocan sus maninas entonando las canciones. A ratos se ponen de pie porque no se puede estar sentado cuando se juega a enlacalleveinticuatro, hay que alternar las agachadinas, y gritar mucho y reír mucho cuando pasa un avión.
La ciudad murmulla a lo lejos, los pueblos periféricos ondulan alrededor, y observan el mapa de huertas que vibra trazado como un dibujo de colegio, irregular y nervioso, con la fuerza de la inocencia y la ignorancia de las consecuencias de los rotuladores, la única conciencia que importa es que debajo de aquella habrá más hojas en blanco para pintarrajearlas con alpinos o cariocas.
Juntinas caminan las niñinas. Un, dos, tres, cuatro. Un, dos, tres, cuatro. Zapatinos rojos.
Atardece en las huertas y el sol brilla también en las carrocerías de los aviones. Nunca habrían pensado que un lunes pudiera ser tan increíble, tan sincronizado con la eternidad. Tanto viento, tanta luz, tantos brillos. Piden deseos y alzan los bracinos y aplauden cuando alcanzan a ver las ruedas del tren de aterrizaje desplegándose.
Entrelazan las maninas las dos niñinas y, sin decirse una palabra, asienten sus cabecinas suaves mecidas por la brisa interurbana, ya saben que no desharán el camino, que están hechas de viento que se desplaza y que el destino lo llevan dibujado en las suelas de los zapatinos. Corren como locas simétricas al divisar a un señor con un burrino y, al unísono, le preguntan pestañeando: “¿Sabe usted cuál es el origen de los calendarios?”

a Silvia y Asun, mañana

otras órbitas

imagen de iván

monomanías y sinopsis


imágenes de silvia

Madrugada. Interior. Bostezo. Erección. Café. Bostezo. Cigarro. Beach House. Cadena. Agua. Escalofrío. Espejo. Vaho. Farolas. Despertadores. Vecinos. Mañana. Exterior. Calle. Sol. Bufandas. Ojos. Almohadas. Arrugas. Llaves. Coches. Niños. Patrullas. Teléfono. Un jefe. Dos jefes. Plátano. Mandarina. Viento. Hojas. Gaviotas. Cigarro. Pan. Jamón. Café. Mediodía. Interior. Sofá. Sol. Pony Bravo. Escaleras. Escaleras. Escaleras. Escaleras. Escaleras. Escaleras. Tarde. Interior. Taller. Noticias. Teléfono. Voces. Máquinas. Ruidos. Puertas. Cierre. Noche. Exterior. Calle. Frío. Oscuridad. Té. Piernas. Patadas. Recuerdos. Patadas. Noche. Interior. Palabras. Olvidos. Humo. Ojos. Pasados. Reflejos. Presentes. Libros. Erección. Bostezo. Interior. Madrugada.

cita

"Después de cierto tiempo todo hombre es responsable de su rostro."
La caída (1956) | Albert Camus

bípedos

la cerradura
- A mí es que me ha estrañao. Pero digo: yo qué sé, a ver si es que este hombre no está o le ha dao alguna cosa pahí.

el regalo
- Ya sé que es un regalo bastante raro, me salió así, no sé qué más deciros. Si creéis que no lo soportaréis entonces rompedlo y tiradlo. Estará mejor en el cielo de los regalos raros.

la muchacha
- A mí es que me pone muy nerviosa la gente tan callada.
- Pobre muchacha, si no dice ná.
- Ya. Por eso no me gusta tenerla delante. Como ella no habla me da por contarle de todo.

conferencia (guión)
Hay dos maneras de escribir sobre los acontecimientos:
1) desde el presente, en el momento justo o momentáneamente después.
· ventaja: lo fresco.
· desventaja: el atropello.
2) desde el recuerdo de lo vivido, tiempo después.
· ventaja: la redacción.
· desventaja: la lejanía.

bípedos

la mayor desgracia del catador no es que la comida haya sido envenenada en su periplo hacia el rey. Sería ésta una muerte gloriosa, coherente y triunfal, concebida como el logro máximo de su misión para proteger a aquel a quien admira. La mayor desgracia del catador es que se le caigan los dientes.

monomanías y sinopsis

terminología poética revisada:

ALITERACIÓN: acción de subirse a una litera.
ANÁFORA: echar a Ana fuera.
DIÉRESIS: el süave ruïdo del dïablo.
ENCABALGAMIENTO: subirse a las palabras y azotarlas en los cuartos traseros.
EPÍTETO: lo que Blas le pide a Epi cuando se van a dormir.
HIATO: que hay de todo. Uso coloquial aunque incorrecto ya que mezcla dos lenguas.
HIPÉRBATON: doble aumentativo para bato, hombre tonto o rústico de pocos alcances.
METONIMIA: introduzco algo insignificante, sin importancia.
ONOMATOPEYA: el chiste del peatón a punto de ser atropellado.
OXÍMORON: antigua dinastía árabe de gran tamaño conocida por oxidar sus puertas y ventanas.
PARADOJA: definición de nervioso, inquieto. Incluye risa irónica final.
PROSOPOPEYA: posibles nombres del hijo de Popeye y Olivia. Si es niño Pros, si es niña Popeya.
QUIASMO: expresión de incredulidad o negación en el momento org.
RIMA: grima sin g, prima sin p.
SÍMIL: afirmación en euros del sueldo a cobrar y además dar las gracias.
SINALEFA: lef.
SINÉCDOQUE: cdoqu.
SINÉRESIS: rsis.
SINESTESIA: stsia.

cita

imagen de silvia tobar leranca, de 4 años de edad

"La llamaba hermosa y a ella le gustaba, y cogía la palabra para prendérsela en los labios como un broche, y mordérselos suavemente, con un gesto imposible que a mí me desesperaba".

Dame Placer (1998) | Flavia Company

cuadriláteros

os retratasteis en el espejo que había a los pies de la cama, de repente todo quieto, el marco esmaltado en negro el encuadre, la superficie que reflejaba los cuerpos mezclados, confundidos los brazos y las piernas, la poca luz de un flexo en diagonal, el otro reflejo brillante en las cuatro pupilas, os mirabais como en una postal que alguien lejano, ajeno, os acabase de enviar, os mirabais el uno al otro y, reflejados, os veíais.
Os retratasteis como por capricho, con la misma naturalidad con la que un rato antes os resbalabais los poros sudados, frotados los vellos despeinados y luego, en el acople de un abrazo con olor a prehistoria, los pies por delante en primer plano del espejo, en segundo plano músculos y pieles y pelos unos sobre otros, sonrientes para la fotografía, posando a pesar de la incredulidad del reflejo.
Tú pensaste, Flaco, qué pasada esto, y te brillaban los ojos borrosos, y tú, Largo, que observabas los brillos de las pupilas y los puntos transpirados, los tuyos y los del Flaco, pensabas en aviones sobrevolando océanos, en las olas blancas de los grandes azules, las pieles vuestras igual que mares en el día de los vientos. Tú pensaste, Flaco, que no se mueva nunca, que se quede así de quieto, así de cerca, resbalándonos los hombros, que no cruce más mares el Largo, que todos los mares sean los de esta habitación.
Os hicisteis la fotografía del espejo y el obturador eran los párpados que acabaron por pestañear y pensaste, Largo, si no deberías limpiarte y abandonar ya las imágenes y hacerlas recuerdo, el Largo y el Flaco en el espejo, entró una toalla azul que sentaba los cuerpos sobre el naranja húmedo y barrió con las manos los vientres resbalados.
Dijiste te quieres duchar, dijiste quieres agua, dijiste quieres comer algo, pensaste quédate ahí en el espejo, pensaste, Flaco, pensaste, Largo. Pensaste, Flaco, no puedes detener el tiempo. Pensaste, Largo, el avión que haga lo que quiera. Pensasteis la imagen está hecha. Mirasteis luego y en el espejo no había más que pared.

cita

"Quien mira un espejo y consigue al mismo tiempo la independencia de sí mismo, quien consigue verlo sin verse, quien entiende que su profundidad consiste en que está vacío, quien camina hacia el interior de su espacio transparente sin dejar en él el vestigio de la propia imagen, ha entendido su misterio."
Los espejos | Clarice Lispector

cita

imagen de silvia

"Los espejos pueden ser misteriosos. A veces se tiene la sensación de que se está mirando dentro de otro mundo que existe del otro lado del cristal. La imagen en el espejo tiene toda la profundidad, el color y la realidad del mundo de acá, de este lado. Los físicos llaman a la imagen que se ve en el espejo imagen virtual. Para nuestras percepciones, parece como si el espejo fuera en realidad una ventana que muestra una vista que es casi, pero no exactamente, la misma que el mundo en que nosotros estamos."
Historia de la luz (2004) | Ben Bova

cita

"Las palabras no son nada, el delirio de los deseos y las fantasmagorías girando en vano en el interior de la dura concavidad intraspasable del cráneo: sólo cuenta el roce, el tacto de otra mano, el calor de un cuerpo, el latido misterioso de un pulso."
La Noche de los Tiempos (2009) | Antonio Muñoz Molina

bípedos

Articket BCN. 7 Museus. 1 ticket. 22 €.

La ruta del Articket:

Museu Picasso
Ontario y Verona cruzan sus miradas por primera vez. Canadá mira las piernas bajo la falda de la amiga de Italia pero es ella, Verona, la que mira a Ontario con la profundidad de un trazo de pincel.

Fundació Caixa Catalunya – La Pedrera
En la azotea sobre el Passeig de Gràcia azota el viento. Verona lleva gafas de sol. Ontario lleva gafas de sol. Al no tener ojos tienen sonrisas y labios y dientes y amabilidad cordial.

Fundació Antoni Tàpies
Ontario visita Barcelona en la soledad transoceánica tras una visita a unos tíos en un pequeño pueblo de Navarra.
Verona planificó este viaje con su amiga hace meses, las filólogas alegres.
Verona acude sin su amiga de turismo de museos.
Ontario acude con su compañera colgante: su cámara fotográfica, y registra las piernas de Verona contra una escultura de Eva Hesse.
Ambos van entendiéndolo todo.

Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)
Verona y su amiga alegres las dos jugando a encontrar a un canadiense entre las salas de los períodos artísticos. Demasiado grande para encontrarse, demasiado grande la idea para dejársela a la casualidad.
Ontario llega al museo justo cuando las risas italianas entran en el vagón de metro de la línea roja de Plaça Espanya camino de la playa.

Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)
Llueve y no hay piernas al aire ni gafas de sol. Todo son pantalones finos y chubasqueros transparentes. Del CCCB al MACBA hay prácticamente un paso que los une y las italianas y el canadiense cruzan sus caminos inversos de uno a otro. La amiga que se adelanta. Verona que se para. Ontario que se para. El saludo de la mano, internacional, las palabras atropelladas en inglés, internacionales, el intercambio, las risas y las sonrisas, mundiales.

Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA)
Ontario frente a un pasillo blanco en un edificio blanco con la mente en blanco. Tan sólo un trazo de Italia en la retina, una voz en los oídos y unas piernas en la cámara, compone así el cuadro más contemporáneo.
Verona calla en el recorrido oscuro y la amiga calla porque sabe que cuando Verona calla es mejor dejarla callar, e imaginar, y se dedica a buscar para sí misma algún Milán o algún Nápoles porque la amiga de Verona es absolutamente partidaria de sus productos nacionales.

Fundació Joan Miró
Encuentro concertado por e-mail: a las 11 en la puerta del funicular. El paseo Canadá-Italia bajo los plataneros que se deshojan del calor. Comentan si no es cierto que parece otoño. Entrada al museo, último destino del Articket. Tumbados en la videoinstalación Lóbulo pulmonar de Pipilotti Rist una mano se acerca a otra mano y la primera mano acoge la segunda mano y esta segunda mano se deja recoger y acariciar por la primera mano y ambas manos y ambos dueños de dichas manos se olvidan del arte y permanecen así en el bucle del vídeo y del tiempo de los museos.

cortesías de julia












Señores editores de Edhasa,
les detallo a continuación las deficiencias tipográficas del libro La vida breve de Juan Carlos Onetti, publicado por ustedes en Pocket Edhasa en febrero de 2003 (el ejemplar de nuestra biblioteca corresponde a la primera reimpresión, fechada en abril de 2006), cuya asignación numérica es la 185.

PRIMERA PARTE

- Capítulo 6, página 67, línea 30: "da" por "de"
- Capítulo 13, página 127, línea 2: "cotempló" por "contempló"
- Capítulo 18, página 176: pienso que faltaría cerrar unas comillas

SEGUNDA PARTE

- Capítulo 1, página 239, línea 1: "groseria" por "grosería"
- Capítulo 1, página 242, línea 26: "supropia" por "su propia"
- Capítulo 2, página 250, línea 29: "pra" por "para"
- Capítulo 3, página 258, línea 18: "lo" por "los"
- Capítulo 8, página 294, línea 10: "pesonal" por "personal"
- Capítulo 8, página 294, línea 29: "hablan" por "¿habían?" (no estoy segura, revisar)
- Capítulo 16, página 386, línea 21: "somo" por "como"
- Capítulo 17, página 404, línea 6: "murmurllo" por "murmullo"

En la contraportada hay otro error, gravísimo, en el apellido del protagonista, porque Brausen sin la ene final sería como otra persona, una que no vibra cuando se la llama a voces.
Por otro lado, consulté su página web para comprobar la reseña de este libro y mi sorpresa fue mayúscula al encontrar otros dos errores, diferentes, en los nombres: a Brausen le llaman Braunsen y al médico, Díaz Grey, le llaman Días Grey.

Señores, un poco de atención, por favor, es de LITERATURA de lo que estamos hablando.

Sin más, reciban un cordial saludo,
Julia

Cortesía de Julia, bibliotecaria de la isla.

cita

"-¿Qué es esa alma?- preguntó-. ¿Y cómo puedo conseguir una si no la tengo? ¿Dónde está esa alma tuya que nunca la he visto ni la he oído? Y si es algo que no puede verse, oírse ni tocarse, ¿cómo sabes tú que ella tenía una?"
La Taza de Oro (1929) | John Steinbeck

sueños de syl

imagen de iván

El Cuadro

Desde hace ya varios minutos Lala observa el cuadro absorta, quieta, todo su cuerpo parece responder dócilmente a un extraño estado hipnótico. No era uno de los favoritos, ni siquiera esperaba encontrarlo en la exposición de ese gran artista de renombre internacional cuando su marido reservó las entradas con antelación. Mira los gruesos trazos nerviosos sobre la tela. No piensa en nada, no piensa en nada ni en nadie. Sólo mira, observa, embriagada de tanto color: rojos, blancos, azules y amarillos que atraviesan la tela y parecen flotar a su antojo. Se deja llevar por los trazos irregulares e indefinidos de un azul intenso que dan forma a unas ramas irregulares que parecen mecidas por la fuerza de un viento invisible. Su mirada recorre cada trazo con precisión, apreciando los diferentes tonos de azul que van formando las ramas dibujadas de azules tan oscuros que casi llegan a ser negros.
Su marido, la llama, Lala, venga vamos, pero ella no responde. Ya ni siquiera le oye. Lala, venga, que hay más. Lala sigue observando, ensimismada, esos azules que casi llegan a ser negros, negros azulados que casi llegan a ser morados, azules que casi llegan a ser negros, negros azulados que casi llegan a ser morados, azules que lleg...
Al caerse Lala al suelo, sin sentido, se ha armado un gran revuelo en la sala de exposición, el marido, desconcertado, pide ayuda, dando palmaditas a las mejillas pálidas de su mujer; el personal de sala, habla atropelladamente por los walkies pidiendo ayuda, una emergencia, dicen; y la gente curiosa, ávida de espectáculo, observa la escena atraída por el morbo, mientras grita sin pudor ¿estará viva?. Un hombre de traje oscuro y barba blanca observa la escena con complicidad. A veces ocurre, piensa mientras se acerca al marido, que impotente, sigue intentando recuperar a Lala.
- A veces ocurre, ¿sabe?
- ¿Qué? ¿El qué?- pregunta el marido desconcertado.
- A veces ocurre que un cuadro roba el alma de una persona y se queda dentro de él. Y ya no... ya no vuelve más.
Durante unos segundos el marido le mira a los ojos, está a punto de creer lo que dice, pero su gesto se contrae en un gesto de incredulidad y enfado.
- Pero... ¿qué dice?¿está usted loco?
Es entonces cuando el marido le da la espalda, vuelve a Lala nervioso e irritado y sigue dando palmaditas a unas mejillas que pronto estarán frías.
El hombre de traje oscuro, se aleja, mientras murmura para sí a veces ocurre, sí, a veces ocurre que un cuadro roba el alma de una persona para quedarse dentro de él, y es entonces cuando ya no hay remedio, ya no lo hay.

cita

XX

Rechazo lo que me es afín
Y atraigo hacia mi órbita los contrarios y distintos.
Rechazo los astros, las edades, la muerte,
Y atraigo hacia mí los débiles juncos, los mendigos,
el musgo.

de Ejercicios respiratorios (1943) | Nicanor Parra

monomanías y sinopsis

imagen de iván

las amenazas sobre el agua verde, los misterios de lo opaco y lo denso se resuelven y se atenúan llevando a la práctica la siguiente técnica: buscar un palo seco cerca de la orilla, acuclillarse al lado del agua verde, introducir lentamente el palo en el agua verde, romper lo opaco y lo denso, confirmar que hay una distancia y un fondo, respirar tranquilo y continuar el camino.

cita


imágenes de iván

monomanías y sinopsis

imagen de silvia

consejo para la perpetuación de los libros:
Si llegada la ocasión, usted se encuentra con un libro entre las manos y, por circunstancias cotidianas o fantásticas, ha de abandonar forzosamente su placentera lectura y no dispone de ningún objeto plano y limpio para marcar el hueco entre las páginas (véase: una postal, una fotografía, un boleto de tranvía… busque en sus bolsillos y en su cartera) y se ve usted forzado a doblar una de las esquinitas del papel, proceda por favor de la siguiente manera para la favorable perpetuación de su ejemplar: elija la esquina superior o inferior, dependiendo de dónde NO esté la numeración de las páginas, es decir: que la esquinita a doblar sea completamente blanca. Elija la esquina izquierda o derecha (superior o inferior según la explicación de arriba) en el momento en que abandone su lectura (con toda probabilidad deberá releer, al retomarla, las líneas previas como contextualización e inicio de la inmersión: NO se preocupe, es absolutamente normal) y dóblela cuidadosamente, fijándose en no alcanzar ninguna palabra impresa, es decir: que la esquinita a doblar sea completamente blanca. Ha de ser consciente de que esas esquinitas dobladas un día se desprenderán de las páginas, de ahí nuestra insistencia en que, si es del todo imposible interceder con un remedio más eficaz a la desmembración y pérdida de las partes de algunas hojas, al menos aseguraremos así que dichas pérdidas sean mínimas, meros triangulitos blancos que no dañarán al texto original. ¡Ya verá cómo sus hijos, e incluso sus nietos, lo agradecerán!

cita

"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío,alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo y hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta."
Lolita | Vladimir Nabokov

bípedos

Rambla dels Caputxins. Exterior. Día.
Interior cabeza niño ocho años. Interior. Interior.
En el interior de esta cabeza una mano vieja y arrugada que serpentea.
El niño que mira a su papá y no le dice nada.
El papá que dibuja retratos sentado en una silla.
Los extranjeros que se sientan en la silla para que el papá los dibuje.
El niño que se sabe también un extranjero aterrizado hace poco tiempo desde Uruguay hasta este pedazo de Rambla.
El papá que le sacude la cabeza entre retrato y retrato y le pide cada vez que pose para él.
El niño que se niega en rotundo, vigilante de la mano vieja y arrugada que serpentea.
Acá llega la mano.
El niño que mira la mano vieja y mira después la mano del papá cómo traza el labio sonriente de una alemana y se le encoge el corazoncito al pensar que en ese preciso instante la mano vieja le está robando el alma a la alemana, de tan viejo que es el viejo roba almas cuando las pintan en retratos para poder vivir un poco más, sabe encontrar el momento exacto en que el alma pasa de la persona a la punta del carboncillo.
El niño que traza un plan para salvar las almas de las señoras alemanas empujando el brazo del papá. Borrón y gruñido.
El viejo que roba las almas de los extranjeros cuando cruza la Rambla para ir a comprar el pan donde trabajaba Mercè.
Y así cada día.

Rambla dels Caputxins. Exterior. Día.
Interior cabeza hombre ochenta años. Ubicación indefinida.
En el interior de esta cabeza los ojos temerosos de un niño de ocho años.
Cada día, a la misma hora, sale desde Escudillers, rodea la Plaça del Teatre, y pisa con decisión el medio de la Rambla.
Reminiscencias apopléjicas y un brazo en forma de ele y una mano temblorosa que adelanta al cuerpo renqueante.
Mercè, si poguessis veure com és el barri ara…
La mano es vieja y arrugada y además tiembla, abanicando el aire de la mañana.
El viejo que mira al niño que lo mira con ojos de temor y se pregunta Com és que aquests nens immigrants fan aquestes cares de pànic si de segur que aqui hi viuen molt millor que allà d’on vinguin.
El viejo que serpentea su mano vieja y el niño que se acerca a la espalda del papá y hace que de la mano que dibuja salga un borrón, una línea que no pertenece a la cara que debe retratar y ante la que debe cumplir un parecido asombroso para poder cobrar el precio pactado por el retrato.
El papá que le gruñe al niño.
El viejo que termina de pasar.
El niño que ve cómo el viejo sigue recolectando almas nuevas, incluso las de los turistas de los caricaturistas.
I així cada dia.

A Vika

cita

"Las cosas que terminan dan paz y las cosas que no cambian comienzan a concluirse, están siempre concluyéndose. Lo terrible es la esperanza."
El lugar sin límites | José Donoso

estudio onírico en diez etapas: y 10

cielosueño de iván

10. soñar con el pasado es una putada.
soñar con el pasado.
soñar con Él.
soñar con.
soñar.

estudio onírico en diez etapas: 9

cielosueño de iván
¿y el 9?

estudio onírico en diez etapas: 8

cielosueño de iván

8. soñar con el pasado te hace mentiroso.
Disfrazas la verdad porque no la sabes. Mientes. Te mientes. Cuando hablas mientes. Cuando piensas mientes. Cuando sueñas no. Solapas mentiras a unos y a otros, esquivas las preguntas. Huyes a lo alto de tu castillo y miras fijamente el triángulo púbico. Te excusas ante A porque estás con B y luego te excusas ante B porque estás con A. Sueñas con el pasado y te desafina la rutina.
Sufres por las miradas entornadas de aquellos que no saben estar solos. Pegas un par de saltos de un árbol a otro y haces un ruido como de búho. No estás del todo donde se te supone. Cuando eres consciente de ello comienzas a mentir. Te habitúas a apartarte de los ojos y las manos. Algunas veces se componen como una melódica partitura y durante unos instantes te permites tocarla, interpretarla. Suena diferente porque es otra canción, en otro tiempo, donde los ojos son azules y huele a isla de algún mar del norte.
No puedes destruir lo que no posees: no posees tu pasado: él te posee a ti.
Tus cafés son muy negros, muy rápidos, sobre todo los fines de semana. Te sumerjes en cafés negros para que las imágenes de tus sueños se disuelvan antes de darles tiempo a estropearte el ánimo, el día libre. Los días libres no lo son tanto. Quedan aún muchas cadenas que te impiden volar, así que tu radio de acción se ve limitado. Y subes y bajas y vuelves a subir y a bajar, y es que la inquietud provoca movimiento.
Sueñas que entras en su casa sin que nadie te vea, flotando desde la ventana de su habitación. Escuchas su voz mientras prepara la cena. Vuelas hasta el tejado del edificio de enfrente y observas su vida sin ti. Sueñas con sus días. Sueñas con sus noches. Sueñas con sus amigos. Sueñas que visitas a su familia cuando él no está. Sueñas con explanadas enormes donde os encontráis por casualidad y te explica sus planes de futuro, te presenta a sus nuevos ojos y manos y en el sueño también mientes. Te inventas otras realidades y te pierdes entre tantas dimensiones de mentiras.
La verdad está en sus calcetines: el día que abres el cajón y te los encuentras al fondo del todo, supervivientes de las mudanzas, viajeros del tiempo siempre disimulados en el fondo de algo (bolsas de plástico, maletas, estanterías o cajones), no ves lanas tejidas que abrigan pies de invierno sino sus ojos al final de la punta de tus dedos, su mano apretada a la tuya cruzando calles de países lejanos, su voz grave negando con la cabeza sobre dos tazas de café vacías y muchas colillas en el cenicero de la confitería donde os despedísteis por última vez.
Te mientes cuando tratas de aparentar que no fue tan importante. Sabes que hay un antes y un después en ti. No puedes borrar tu pasado porque te ha llevado hasta aquí. Ahora sólo te queda convivir con él como si de un compañero de piso desaliñado se tratase. Es molesto a veces pero paga su parte del alquiler.
Los misterios de las convivencias son inextricables.
Las mentiras son inextirpables.

estudio onírico en diez etapas: 7

cielosueño de iván

7.
“¿…?”… “¿…?”… “¡…!”… “…”…
7 ¼. Un precipicio. Una letra C gigantesca. Copos de nieve que giran. Muchas cajas de cartón apiladas. Tus bambas hace dos años que caminan sin tus pies.
7 ½. El ruido intermitente de los coches te recuerda a las olas del mar. Te asomas al precipicio y te ves desde el aire al mismo tiempo. Un grito de “¡Taxi!”… convierte tu océano en asfalto.
7 ¾. Te tumbas bajo el sol de invierno con una manta. Cierras los ojos y ves cosas. Hora de digestión. Eres un reptil. Tienes varios pares de párpados que se van cerrando uno tras otro. Ojos de cocodrilo. Lágrimas de nada. No son sueños de siesta sino el reposo del caos. Tu caos es un caos que no se queda quieto. La manta se te queda pequeña, el sol muy lejos y el pasado muy cerca, muy grande. No puedes recortarlo con las tijeras.

estudio onírico en diez etapas: 6

cielosueño de iván

6. soñar con el pasado te convierte en poeta.
“Lalalalalalalalalalala”… Eres un poeta sordo que tararea canciones de estribillo fácil. Buscas el personaje que representas para ti mismo en los libros de la biblioteca, en los estribillos fáciles de la radio.
No es exactamente eso.
Así que escribes en un cuaderno de los chinos, o en servilletas de bar, o detrás de los recibos del banco. Dejas llevar tu mano que se deja llevar por otro órgano y no miras cuál es. A lo mejor hablan más de uno y más de dos, o puede incluso que tengan una conversación a tres bandas entre ellos. Tu mano ejerce de portavoz de todo aquello que fluye desde tu pasado para que vuelvas a enfrentarte a ello cuando lo relees. Te mezclan sueños con realidades y tú sólo cambias de tinta azul a tinta negra cuando se acaba.
Y se acaba una y se acaba la otra y tú sigues con tus dudas y te miras esa mano que se deja llevar y piensas que te gustaría que se llevara a sí misma a otros lugares oculares pero esos dedos son ahora torpes y sobre todo fríos y duelen después de un rato.
Te muerdes las uñas de manera distraída mientras tarareas “Lalalalalalalalalalala”…
Piensas en que quizás tus muros se están levantando, y los imaginas como persianas enrollables de bar (porque si los imaginases de piedra tendrías que pensar todo lo contrario: que se caen, que se desmoronan), pero tu visión es optimista y resulta que suben y suben y suben y pones el cartel de abierto hasta el amanecer y sonríes mirando hacia arriba viendo tus muros con los que ya no te chocas. “Lalala”…
Nadie entra. Nadie sale. Miras el teléfono público al fondo de la barra. Rebuscas en tus bolsillos y no llevas nada suelto. No es momento de pensar en llamadas. Agarras una servilleta y escribes sobre las persianas enrollables de los bares, dotándolas de un sentido figurado, simbólico.
Te entra mucho frío.
Huyes de allí. Te tiras a las aceras de piel sin enredarte en ningún vello de camino a tu castillo.
Por el camino encuentras a una mujer con otra mujer. La mujer en la calle está gritándole a la otra. Sabes que es su hija cuando grita “Hija, es que siempre haces igual, es que no excrementas”… Quieres pensar que quería decir escarmientas.
La poesía está en los gritos de la calle.
Te deshaces de tus bolígrafos azules y negros.
Los poetas son los demás.

estudio onírico en diez etapas: 5

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5. soñar con el futuro
que parte del pasado te muestra una vida que nunca sucedió. Te abalanzas sobre un diccionario para buscar el término adecuado que defina en cuatro golpes de voz esa indigna enfermedad donde has sido arrastrado. Encuentras la palabra perfecta: ucronía. “Ucronía con…”… Te entran ganas de vomitar. Vuelves a buscar su número de teléfono. No puedes decir su nombre en voz alta, pero sí puedes leerlo escrito en tu agenda. Hay un atajo si pulsas su inicial. Te tiemblan los dedos que cerraban sus párpados. Botón verde. El número marcado no se encuentra disponible. Confirmas la irrealidad de tu enfermedad. “¿Dónde estarás?”… “¿Cómo estarás?”…

estudio onírico en diez etapas: 4

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4. soñar con el pasado es meterte en el cuarto de espejos
de la feria imaginada, no de la real. Tienes que magnificar tu recuerdo de aquellas cuatro paredes estrechas y malolientes detrás del tren de la bruja donde te ves a ti mismo multiplicado agarrado a la mano de tu multiplicada madre. Piensas en una película donde el malo jugaba con el bueno dentro de una multiplicidad perfecta. El malo se reía. Pero el bueno sabía cuál era el malo real. Y le pegaba un tiro. Y todos los malos multiplicados caían al suelo. Los espejos rotos. Sólo uno y todos a la vez.
Te ves a ti mismo muchas veces y cada reflejo es diferente. Ninguno es el real porque el verdadero tú no tiene reflejo, es un vampiro que chupa tu pasado. Cuando te cepillas los dientes o te peinas ese rizo rebelde en el ascensor no eres tú. Eras tú hace tiempo, cuando te quedaste congelado haciendo ese movimiento delante del espejo que te atrapó y se quedó contigo dentro.
Hay varios espejos que cuelgan, manteniendo tus retratos vivientes. Sabes dentro de cuáles no deberías mirar, pero las ferias baratas son traicioneras y saben cómo despistarte. Te ves cerrando aquellos ojos con la punta de tus dedos. Te ves acariciando aquellos nudillos. Te destrozas la nariz a base de golpearte con tus imágenes en los espejos buscando la salida. “Madre, ¿dónde estás?”… Ella también está dentro de un espejo, sosteniendo tu mano infantil. Y no puede oírte, porque los gritos del presente desaparecen inmediatamente sin atravesar el tiempo, colgándose en un nuevo espejo donde estás tú, a tu edad, gritando por tu mamá.
Quisieras tener un teléfono que hiciese llamadas en el tiempo a tus retratos vivientes del pasado, avisar a cada uno de ellos de lo que ocurriría en el siguiente espejo. “Hola, soy tú.”…
Terrorífica idea haber puesto aquel espejo en aquella habitación donde os acostábais juntos.
Tus gritos provocan espeluznos a las familias de la atracción de al lado. Tú no sabes salir de allí y ellos piensan que eres la bruja.

estudio onírico en diez etapas: 3

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3. soñar con el pasado engorda.
Hay un camino por el que echas a correr: subes una cuesta, subes unas escaleras, pasas una fuente redonda, sigues por una carretera, giras a la izquierda, subes más escaleras, rodeas un antiguo palacio, giras a la izquierda, sigues subiendo, atraviesas un parque, giras a la izquierda, rodeas un estadio, giras a la derecha, cruzas una carretera llena de aprendices de conductor que siempre te ceden el paso, subes una cuesta de cemento, vuelves a girar y ahí está tu camino de tierra por el que das zancadas larguísimas con cuidado de no torcerte un tobillo con las líneas de adoquín que estructuran el terreno cada tres zancadas largas o cuatro normales.
Te paras a mirar las bolitas resinosas de los pinos. Te paras a mirar la basura que alguien no quiso recoger. Saludas a la señora maquillada del perro enano que se ríe de algo que oye en sus auriculares. Vuelves a echar a correr. Quieres que ese camino sea sólo tuyo esta vez, quieres pretender que no hay nadie más en él. Vuelves sobre tus pasos y empiezas de nuevo. Piensas: “Si no me encuentro con nadie esta vez…”… No hay continuación de tu deseo. Tienes miedo de desear así que echas a correr con los puntos suspensivos detrás de los talones que te acompañan durante todas las zancadas.
El camino se acaba y no te cruzas con nadie. “La próxima vez…”… Te falta la respiración que te dé el aliento para articular el final de tu deseo. Te da miedo desear. Ahora también tienes miedo de morir de agotamiento. Te tumbas sobre la hierba del parque del final del camino. La hierba es larga y te entra por debajo del pantalón, en los tobillos, en los riñones, en la nuca. Miras las nubes. Se mueven. Cierras los ojos. Se mueren.
No quieres deshacer tu camino de tierra. Tomas otra ruta inversa que te lleva a lo alto de tu castillo y devoras todo lo que tienes en la nevera. Corres para olvidar que sueñas con el pasado. Comes para olvidar que corres para olvidar.

estudio onírico en diez etapas: 2

cielosueño de iván

2. soñar con el pasado te acoraza.
Cada día es más difícil ver ojos como ojos y manos como manos. Lo malo de los recuerdos es que ya no están contigo. Ya no están aquellos ojos ni aquellas manos. Ni están ahora. Ni siquiera los recuerdas concretamente. Ya no. Cruzas los dedos y cruzas las piernas cuando te tumbas a dormir para no recordarlos. “¿Pero estás bien?”… Sueñas con voces que apenas suenan. Imaginas que sueñas que suenan, que dicen palabras. Descruzas las piernas y piensas en el trabajo. Te desarropas y das vueltas.
Te despiertas en un barco de Joseph Conrad y estás seguro de encontrar el rojo detrás del negro. Esa era tu misión seguramente. Marineros sin dientes te felicitan y tú te sientes como un sabueso.
Sientes tanto frío al despertar que te duele todo el cuerpo. Enciendes la estufa y te aferras a ella con los ojos a medio abrir, con la conciencia a medio hacer, esperando que salga el café. Entra el sol por las ventanas, reflejado en las cristaleras del hotel de la acera de enfrente. Te cuesta distinguir la realidad durante un rato. Quieres hacer esa llamada pero el número ya no existe. Por eso tienes que llamar en sueños. “¡Cuánto tiempo!”… Su cara del pasado congelado te descoloca el día y te distancia de él, dejándote a medio camino, y todo lo que tocas se te cae porque no tienes la fuerza para aferrarlo. Su recuerdo se te planta delante de la frente y te bloquea el resto. Dejas pasar otros ojos y otras manos porque sólo piensas en sus ojos cuando estaban a milímetros de los tuyos y los cerrabas con la punta de tus dedos, y te aferrabas a sus manos tiernas y vuelves a soñar con acariciar los nudillos peludos que te daban la calma del sueño largo de playas desiertas.
Te despiertas en un desierto y nada te extraña. No es tu primera visita. Ya sabes lo que te cuesta caminar, lo que te cuesta distinguir algo que no sean dunas heladas. No puedes quedarte quieto. Sabes que tienes que caminar hacia la luna. Es lo que haces siempre antes de volver a despertar en tu castillo.
Te sientan bien las tormentas porque te unes a ellas. Nunca te han dado miedo sino todo lo contrario. Subes los pies en alto y te alejas de los enchufes. Si te fijas en el triángulo púbico del techo puedes observar cómo comienza a caer un hilillo de agua de lluvia.
El viento golpea todas tus ventanas, golpea todas las ventanas de todo tu edificio, golpea todas las ventanas de todos los edificios de toda tu ciudad.
El viento está loco por ti. Tú observas tus goteras.

estudio onírico en diez etapas: 1

cielosueño de iván

1. soñar con el pasado es incómodo
porque te lo devuelve al presente. Y el presente se vuelve incómodo. El pasado te vuelve. Llamas por teléfono a antiguos amantes sólo para preguntarles qué tal están. Y tú no respondes a ninguna de sus preguntas. Sus preguntas son sordas. Tus oídos se vuelven sordos al pasado. Tú lo que quieres es hablar pero no quieres escuchar. “¿Y tú cómo estás?”… “¿Pero estás bien?”… “No, si yo sólo llamaba para…”…
Sueñas que realizas esas llamadas. Después dudas si hacerlas en realidad. Luego te das cuenta de que los números cambian y nadie te ha avisado. Hay sueños que se quedan en eso. Aunque te dan ideas.
Hay una ciudad donde puedes soñar. En sus calles sólo hay ojos amables y manos tiernas. En esa ciudad tienes una casa donde comer y dormir. Hay una casa en lo más alto de un edificio desde donde ves pasar ojos y manos pequeñitos allí abajo, por las aceras de piel. Cuando bajas de lo alto del castillo miras al suelo y te molesta que te rocen. Prefieres verlos desde la distancia.
Luego lees un libro y te quedas dormido y sueñas con el pasado. “¿Cómo estás?”… Las voces telefónicas en los sueños suenan más distantes aún, pero los teléfonos en los sueños pueden hacerte ver simultáneamente las caras al otro lado. Las caras que sueñas ya no existen, tú te las inventas para llenar el recuerdo, para deshacer el nudo que te hiciste, para traerte el pasado al único lugar donde cobra sentido su pensamiento. Ahora ya sólo sueñas los fines de semana.
Mientras cocinas a fuego lento te tumbas en el sillón y observas el triángulo que hace el techo con dos de las paredes. Piensas en sexos femeninos. Piensas en piernas duras, en pubis de yeso. Tienes veinte minutos de fuego lento para cruzar las manos sobre el pecho y soñar despierto con sexos femeninos. Luego todo se deja reposar. Mañana.
Deseas no soñar y lo consigues. Deseas elegir tus sueños de fin de semana, los únicos que no puedes controlar. Ellos se eligen a sí mismos. Ellos, que son tu pasado, te eligen como vehículo sin frenos, para que no te olvides de ti. Piensas. Sueñas. Sobre todo piensas. Te pican los codos pero no te los rascas. Te pican los ojos y a ellos sí que les concedes alivio. En tus sueños no hay pantallas de ningún tipo. Tarde.
Hay un cine en la ciudad donde vas algunos domingos para encerrarte en la oscuridad, para luego rascarte los ojos y pensar que por fin tienes un motivo. Después los tienes que cerrar y luchas por no quedarte dormido. Quieres leer pero elegiste cine. Abrazas el libro para que sepa que estás cerca. Le rascas la pegatina de la biblioteca y sientes sus gemidos de placer. Noche.

cita

imagen de iván

"Ningún ojo puede ser más perspicaz y agudo que el ojo que nada tiene que crear, que no tiene más que mirar."
La corrupción de un ángel | Yukio Mishima

bípedos

imagen de silvia

cita

"Todos tenemos necesidad de un lugar donde esconder o guardar ciertos recuerdos, pensamientos, impulsos, sueños y esperanzas. Son aspectos de nuestras vidas que no podemos resolver o sobre los cuales no podemos decidir, y al mismo tiempo sentimos miedo de ellos. Para algunos se trata de un lugar real, para otros de un espacio mental, para unos pocos no es nada."
Wong Kar-Wai

cortesías de Julia











Estimados señores editores de Anagrama,
con respecto al ejemplar número 55 de su colección COMPACTOS que corresponde a Vladimir Nabokov Ada o el ardor (sexta edición, noviembre 2006) procedo, como viene siendo habitual, a detallarles los errores tipográficos que esta vista cansada ha podido descubrir:

PRIMERA PARTE
- Capítulo III, página 29, línea 36: "espontánas" por "espontáneas"
- Capítulo V, página 40, línea 9: "romántca" por "romántica"
- Capítulo VI, página 44, línea 18: "espectos" por "espectros"
- Capítulo XII, página 72, línea 22: "poseía" por "poesía"
- Capítulo XIII, página 78, línea 5: "cruva" por "curva"
- Capítulo XVI, página 91, línea 39: "tarde" por "tardes"
- Capítulo XXIV, página 136, línea 3: "le" por "el"
- Capítulo XXX, página 159, línea 32: "éxito" por "éxitos"
- Capítulo XXXI, página 167, línea 14: "próximo" por "próxima"
- Capítulo XXXIII, página 178, línea 4: "exsursión" por "excursión"
- Capítulo XXXIV, página 181, línea 13: "deslizrse" por "deslizarse"
- Capítulo XXXV, página 185, línea 18: "dssprendido" por "desprendido"
- Capítulo XXXV, página 186, línea 3: "llegó" por "llevó"
- Capítulo XXXVI, página 191, línea 22: "porporcionarle" por "proporcionarle"
- Capítulo XXXVIII, página 215, línea 13: "pesenta" por "presenta"
- Capítulo XXXVIII, página 220, línea 19: falta cerrar paréntesis
- Capítulo XXXIX, página 233, línea 36: "pregrunto" por "pregunto"
- Capítulo XLII, página 262, línea 39: "pacticaba" por "practicaba"

SEGUNDA PARTE
- Capítulo III, página 292, línea 9: "un" por "una"
- Capítulo III, página 296, línea 16: "filosófcamente" por "filosóficamente"
- Capítulo VII, página 327, línea 4: "anaranjada" por "anaranjado"
- Capítulo VII, página 331, línea 31: "y" por "e" (aquí pensé que el traductor sería catalán)
- Capítulo VIII, página 348, línea 8: "Tús" por "Tú"

TERCERA PARTE
- Capítulo III, página 380, línea 39: "divertirte" por "divertiste"
- Capítulo VII, página 412, líneas 17 y 18: "peri-stilo" por "peris-tilo"
- Capítulo VIII, página 417, línea 5: "apartamente" por "apartamento"
- Capítulo VIII, página 418, línea 38: "saóln" por "salón"
- Capítulo VIII, página 430, línea 36: "escuentran" por "encuentran"
- Capítulo VIII, página 431, línea 43: "empezaro" por "empezado"

CUARTA PARTE
- Capítulo I, página 444, línea 45: "ráplica" por "réplica"
- Capítulo I, página 453, línea 15: "habían" por "había"
- Capítulo I, página 455, línea 38: "un" por "una"

QUINTA PARTE
- Capítulo VI, página 476, línea 43: "durac"ión" por "duración"

Aparte hay numerosos signos de puntuación ausentes, sobre todo puntos finales de frase.

Me ha apasionado sobremanera este libro, es como recorrer una vida, varias vidas, que van y vienen, claro que una no es objetiva y encuentra sus similitudes, sus esperanzas de que lo que tiene que ser será igualmente, con las dimensiones que concede el cansancio de los años, la revalorización de lo que realmente importa cuando ya nada importa.

Reciban un afectuoso saludo,
Julia

Cortesía de Julia, bibliotecaria de la isla.

los consuelos de armario

Lo que yo entendía como la serenidad de Blanca había ido poco a poco transformándose en astucia de habitación, encuadres que se guardaba para sí y ante los cuales me disparaba sonrisas condescendientes. Todo empezó con el “grupito del gym” hace dos años, una rutina que ella creía necesaria pese a la fascinación que a mí me provocaban sus muslos así, pues tal y como eran, y no las piedras duras de atleta que tiene ahora. “Hoy ceno con las del gym”, “Mañana voy con las del gym a…”, “Qué risa con las del gym cuando…”. A mí no me gustan los cambios, prefiero que las cosas se queden como están. Y punto. Yo era feliz con sus muslos blandos, el sexo quincenal, los agostos en La Manga, las cenas calientes… Pero no se puede evitar que las personas cambien.
Su siguiente cumpleaños lo celebró con ellas y, cuando me enseñó lo que le habían regalado, fue cuando comenzaron mis tics en el ojo izquierdo: un enorme consolador de látex rosado con una verosimilitud pasmosa al pene de casi cualquier actor porno, con detalles imposibles de venas esculpidas con una precisión absoluta. Y un tamaño… si es que aquello no era ni medio normal. Y menos cuando las comparaciones con lo propio son inevitables.
Blanca se puso morena con las del gym. Blanca endureció sus muslos con las del gym. Blanca empezó a tener muchos planes con las del gym. Y Blanca utilizaba con demasiada frecuencia su regalo y yo no era capaz ya de controlar los tics de mi ojo y cada vez que entraba por la puerta buscaba en el armario donde guardaba el consolador y arrimaba la nariz con asco sólo para comprobar si olía a látex (me tranquilizaba un poco entonces porque sabía que no había estado jugando con él ese día), pero cuando olía a jabón… ¡Ay madre mía cuando olía a jabón! Como loco me pongo sólo de recordarlo, imaginándomela con ese chisme dentro, gozando con un trozo de plástico, que luego lavaba y devolvía a su envoltorio dentro del armario. Y yo como un pasmarote, muerto de celos… Y la noche aquella que me saca el chisme “para que juguemos con él”, me dice, y yo con eso en la mano y ella que no paraba de reír y yo incapaz de levantar nada y ella que se pone a lo suyo y yo que me tengo que ir a fumar un cigarro porque eso no hay quien lo soporte, hombre, por favor, qué humillación.
El colmo llegó el sábado pasado en su último cumpleaños: esas alimañas pervertidas de su “grupito del gym” van y le regalan unas bolas chinas, que yo cuando me las enseña digo: “¿y eso qué carajo es?” y ella me explica las mil y una maravillas de los ejercicios peritoneales, el fortalecimiento de los músculos vaginales… Y yo que me tengo que ir de la habitación porque ya es mi cara entera la que tiembla por culpa de los tics nerviosos que parece como si me estuviesen martilleando desde dentro de la cabeza.
Y es que ya está bien, Blanca, ya está bien, que uno tiene sus necesidades y quiere que las cosas sean normalitas, pues como antes, como siempre, como toda la vida, y que no le humillen a uno así. Con lo tranquila que tú eras antes de juntarte con esa panda de degeneradas que parece que sólo piensen con el coño… Pero hasta aquí hemos llegado. Ni pollas de plástico ni bolas de los cojones, esto se va todo a la basura ahora mismo, y cuando llegues esta noche ya verás como se te olvidan estas tonterías, y ¿sabes por qué? porque me voy a dedicar a ti como nunca lo he hecho, porque te voy a hacer el amor como un loco de dieciséis centímetros que ya no tendrá más tics en la cara.
Cómo te voy a querer, mi Blanquita, ya verás…
Pero lo primero es bajar la basura. Y ahora mismo.

Texto encargado por Rodrigo Stocco con motivo de su exposición fotográfica en el Centre Cívic Riera Blanca de Barcelona. Marzo de 2010.

cita

"Casi todos los hombres nos aburrimos inconcientemente. El aburrimiento es el fondo de la vida, y el aburrimiento es el que ha inventado los juegos, las distracciones, las novelas y el amor. La niebla de la vida rezuma un dulce aburrimiento, licor agridulce. Todos estos sucesos cotidianos, insignificantes; todas estas dulces conversaciones con que matamos el tiempo y alargamos la vida, ¿qué son sino dulcísimo aburrirse?"
Niebla | Miguel de Unamuno

cuadriláteros

n y su nueva pared blanca. Con un pesado libro entre las manos leía tumbada en la cama, no del todo concentrada, sino más bien distraída, y no del todo recostada sino más bien derretida, paseaba con la vista por párrafos enteros hasta que se daba cuenta de que no había leído nada en realidad, que el deambular de sus ojos no transportaba ninguna información a su cerebro, ya que éste se encontraba colapsado con sus propios pensamientos. Lo cerró. Volvió a abrirlo y buscó entre las hojas previas al título la dirección de la editorial, tenía la firme intención de denunciarles por el dolor de hombros que le provocaba sujetar tal volumen tirada en la cama. Cambiaba de postura constantemente y era incapaz de encontrar la sintonía física con él. Con el rabillo del ojo hacía rato que se le desviaba la mirada hacia la pared que tenía junto a la cama, del lado más largo de ésta, donde la luz reflejaba nuevos volúmenes aún desconocidos, ya que era la primera noche que dormía junto a esa pared recién pintada y se olvidó del libro, de la enésima denuncia por interponer y de la barrera que le impedía encontrar en aquellas páginas nada más que una tipografía de imprenta, para tumbarse de costado, proyectando su silueta, no demasiado curvilínea, de tal forma que si tomásemos un lápiz o mejor un carboncillo y la dibujáramos con suavidad nos encontraríamos, horas después, cuando amaneciese y la claridad del día entrase por la ventana, el trazo de esa línea como lo más parecido a un paisaje desértico y estéril, con apenas una duna desdibujada, medio plana y prácticamente pegada al horizonte, un horizonte que el sol reconocería de seguro como territorio suyo.
Aunque antes de que llegue el sol, mucho antes de que todo esto llegue a concebirse siquiera como idea, lo cierto es que N pierde la noción del tiempo en el momento en que comienza a arañar la corporeidad de un gotelé absurdo hasta que se va quedando sin uñas en la mano derecha (nunca fue diestra con la zurda). Tuvo claro entonces que el boicot planeado contra los pintores que usan el color salmón a los que maldijo con esterilidad laboral no sería suficiente si no incluyese a los yesistas que disimulaban sus errores en la construcción de paredes lisas con el maldito gotelé. Había pensado que el color blanco podría tranquilizarla, ahora sabía que no era el salmón el culpable sino la textura agresiva de una superficie a cuyo lado no dormiría más, ya que al día siguiente separaría la cama de la pared la suficiente distancia como para no percibir más las calvas rugosas que limaría durante esa noche, y desde donde nunca se dibujarán paisajes desiertos cuando en las noches encendiese la luz y se tumbara a leer el pesado libro, recostada o derretida.

a mc

cita

imagen de iván

Suéltate del infierno, y tu caída quedará

interceptada por el tejado del cielo.
El Bosque de la Noche | Djuna Barnes