las cosas no son nuevas de repente. Es la actitud, siempre es la actitud (el poder o el saber lavarse los ojos para volver a mirar todo aquello que se repite ante nosotros desde siempre y para siempre) la que nos permite multiplicarnos tantas veces como queramos (ser nuevos cada año, cada mes, cada día, cada hora). Las cosas en sí son viejas, son pura historia.
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