imágenes de iván
El Personaje
Sally, incrédula, vuelve a mirarse al espejo. Su mano derecha ha desaparecido. Es incorpórea, no está. Lleva cinco minutos frente al espejo, observando cómo su brazo derecho parece bailar una danza macabra, solo, desmembrado, perdido, abandonado a su suerte. Pero lo más raro, lo más desconcertante es que ella siente la mano, se la toca con su mano izquierda, palpando cada dedo, cada cartílago, las uñas sin arreglar, e incluso el anillo de su abuela. Está más que asustada, le invaden sudores, escalofríos, y unas palpitaciones que, hasta entonces, no había sentido. El corazón galopa en su interior con una fuerza insistente y voraz que amenaza con salir disparado. No sabe si es real, si es su mente, ¿será un sueño? Tampoco puede entender que, de manera tan casual, su voz haya cambiado tanto en el trascurso de la mañana. El carisma y la sensualidad de su tono ha pasado a ser un ridículo hilo de voz que hasta ahora había tomado por una leve, aunque no por ello menos alarmante, afonía. ¿Y si llama a Paul? Seguro que él encontrará una razón y la ayudará. Coge el teléfono, Paul responde con un monosílabo y Sally le cuenta, con voz entrecortada su gran desconcierto. Paul, tranquilo, la escucha. Es el más mayor de todos. El más paciente. El que más tiempo lleva.
- Estás desapareciendo.
- ¡¿Qué?!
- Sally, escúchame, estás desapareciendo. Ha llegado el momento. Sabemos que cualquier día nos puede pasar a todos, puede ser que sea durante un día, dos días, una semana, un mes, años, décadas o para siempre. A no ser que Él vuelva a ti, nunca se sabe. Ya sabes cómo funciona, cómo funcionamos. Los personajes inacabados, desmembrados, terminan desapareciendo, no aspiran a la eternidad. Lo siento, Sally, te has quedado sin historia.
- ¡Eso es imposible! ¡No puede ser! ¡Yo era la protagonista! ¡Además, me siento el corazón!.
- Eso no es una razón, Sally, estás a punto...estás a punto de convertirte en... en un personaje desahuciado, te has quedado sin historia. Lo siento, amiga.
Paul guarda silencio durante unos instantes.
- Sabes lo que tienes que hacer, ¿no?
- Sí, creo que sí... ¿pero eso es todo? No me puedo creer que esto sea todo, ¿todo acaba así? Paul, no me digas que todo acaba así...
- Lo siento.No puedo hacer más por ti, Sally.
- Está bien... gracias Paul.
Sally cuelga el teléfono. Se sienta en la cama y se mira en el espejo, cuyo reflejo le devuelve su viva imagen sin mano derecha.
- No puede ser – murmura.
Sally, incrédula, vuelve a mirarse al espejo. Su mano derecha ha desaparecido. Es incorpórea, no está. Lleva cinco minutos frente al espejo, observando cómo su brazo derecho parece bailar una danza macabra, solo, desmembrado, perdido, abandonado a su suerte. Pero lo más raro, lo más desconcertante es que ella siente la mano, se la toca con su mano izquierda, palpando cada dedo, cada cartílago, las uñas sin arreglar, e incluso el anillo de su abuela. Está más que asustada, le invaden sudores, escalofríos, y unas palpitaciones que, hasta entonces, no había sentido. El corazón galopa en su interior con una fuerza insistente y voraz que amenaza con salir disparado. No sabe si es real, si es su mente, ¿será un sueño? Tampoco puede entender que, de manera tan casual, su voz haya cambiado tanto en el trascurso de la mañana. El carisma y la sensualidad de su tono ha pasado a ser un ridículo hilo de voz que hasta ahora había tomado por una leve, aunque no por ello menos alarmante, afonía. ¿Y si llama a Paul? Seguro que él encontrará una razón y la ayudará. Coge el teléfono, Paul responde con un monosílabo y Sally le cuenta, con voz entrecortada su gran desconcierto. Paul, tranquilo, la escucha. Es el más mayor de todos. El más paciente. El que más tiempo lleva.
- Estás desapareciendo.
- ¡¿Qué?!
- Sally, escúchame, estás desapareciendo. Ha llegado el momento. Sabemos que cualquier día nos puede pasar a todos, puede ser que sea durante un día, dos días, una semana, un mes, años, décadas o para siempre. A no ser que Él vuelva a ti, nunca se sabe. Ya sabes cómo funciona, cómo funcionamos. Los personajes inacabados, desmembrados, terminan desapareciendo, no aspiran a la eternidad. Lo siento, Sally, te has quedado sin historia.
- ¡Eso es imposible! ¡No puede ser! ¡Yo era la protagonista! ¡Además, me siento el corazón!.
- Eso no es una razón, Sally, estás a punto...estás a punto de convertirte en... en un personaje desahuciado, te has quedado sin historia. Lo siento, amiga.
Paul guarda silencio durante unos instantes.
- Sabes lo que tienes que hacer, ¿no?
- Sí, creo que sí... ¿pero eso es todo? No me puedo creer que esto sea todo, ¿todo acaba así? Paul, no me digas que todo acaba así...
- Lo siento.No puedo hacer más por ti, Sally.
- Está bien... gracias Paul.
Sally cuelga el teléfono. Se sienta en la cama y se mira en el espejo, cuyo reflejo le devuelve su viva imagen sin mano derecha.
- No puede ser – murmura.
Vaya, menuda manera de terminar con una novela!
ResponderEliminarChulísimo Silvita. Mooooolaaaa!!!
ResponderEliminarje,je,je
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