escena del crimen: una mujer vestida de frufrú, el tronco arrancado de una acacia y una farola en forma de candelabro yacen apilados sobre el suelo de una acera. Lo que desconcierta a los investigadores es que, dependiendo del punto cardinal desde donde miren, se intercambia el orden de sus posiciones horizontales. No hay manera de decidir quién o qué aplastó a qué o a quién.
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