consejo para la perpetuación de los libros:
Si llegada la ocasión, usted se encuentra con un libro entre las manos y, por circunstancias cotidianas o fantásticas, ha de abandonar forzosamente su placentera lectura y no dispone de ningún objeto plano y limpio para marcar el hueco entre las páginas (véase: una postal, una fotografía, un boleto de tranvía… busque en sus bolsillos y en su cartera) y se ve usted forzado a doblar una de las esquinitas del papel, proceda por favor de la siguiente manera para la favorable perpetuación de su ejemplar: elija la esquina superior o inferior, dependiendo de dónde NO esté la numeración de las páginas, es decir: que la esquinita a doblar sea completamente blanca. Elija la esquina izquierda o derecha (superior o inferior según la explicación de arriba) en el momento en que abandone su lectura (con toda probabilidad deberá releer, al retomarla, las líneas previas como contextualización e inicio de la inmersión: NO se preocupe, es absolutamente normal) y dóblela cuidadosamente, fijándose en no alcanzar ninguna palabra impresa, es decir: que la esquinita a doblar sea completamente blanca. Ha de ser consciente de que esas esquinitas dobladas un día se desprenderán de las páginas, de ahí nuestra insistencia en que, si es del todo imposible interceder con un remedio más eficaz a la desmembración y pérdida de las partes de algunas hojas, al menos aseguraremos así que dichas pérdidas sean mínimas, meros triangulitos blancos que no dañarán al texto original. ¡Ya verá cómo sus hijos, e incluso sus nietos, lo agradecerán!